El problema es que esa
noche me quedé sin tabaco.
Uno tiene sus
debilidades, ya sabes, esas pequeñas cosas que le hacen especial,
distinto al resto. Vicios confesables e inconfesables. Por ejemplo
aún no he conseguido dejar de fumar, puede parecer una tontería
comparado con otras “cosillas” que tengo, pero a mi es algo que
me da bastante la lata, sobre todo cuando he decidido quedarme en
casa, consumiendo una cajetilla tras otra para matar el mono, pero
claro, voy y me quedo sin tabaco y ya que tengo que bajar a la calle
lo mismo me da dedicarme también a alguna de mis otras pasiones.
Ya te digo, al principio
la noche parecía que sería aburrida, me había dado uno de esos
ataques de sensatez – arrepentimiento si lo prefieres – y me
planteé por qué narices hago esto una y otra vez, así que decidí
que mejor veía alguna película mala mientras me emborrachaba en el
sofá yo solo, dejándome llevar por mi imaginación sin incordiar a
nadie más.
No es una buena noche,
aunque al final haya tenido que salir, si no no se puede explicar por
qué sigo hablando con la chica que tengo enfrente. Tiene mirada
bovina y es tan tonta que no se da cuenta de mi gesto de hastío
cuando sigue con su perorata interminable, pero pongo buena cara ante
su nueva pregunta.
-Y entonces ¿Tú conoces
a la Yoli, que es cajera en el Ahorramás de Aluche?
ERA –
pienso – Yolanda García Pérez, la Yoli
No hace mucho tiempo que
conocí a la Yoli, las debilidades es lo que tienen y a mi me da por
las chicas de los suburbios, son más duras, confiadas e indiferentes
a todas las señales de peligro, vete a saber por qué pero eso es lo
que hace que me encanten.
Era cajera,
sopeso mientras recuerdo su cálida piel, la media melena rubia algo
desmarañada y esos ojos de cervatillo. ¿Por qué me pregunta esta
idiota si conozco a la Yoli? No es buena señal y me tenso, aún así
sonrío a mi acompañante que toma mi gesto como una invitación muda
a proseguir con su historia sin darme siquiera tiempo de contestar su
pregunta.
- Pues verás, la Yoli
era muy buena amiga mía cuando íbamos al instituto ¿sabes? Pero
luego va y la da por acostarse con el Jose, que no se si le conoces,
tiene tu edad creo yo. El Jose y yo llevábamos saliendo un tiempo y
va la Yoli, que lo sabía, la muy guarra y se acuesta con él. El
Jose, que es idiota, se piensa que la Yoli saldrá con él, pero
claro, la Yoli lo único que quería era levantarme el novio y una
vez que se lo tiró pues pasó de él, aunque el muy gillipollas la
seguía allí a donde iba, pero ella pasaba, y yo aquí, viendo las
tonterías de los dos capullos de mierda.
¡Dios mio!, lo que hay
que aguantar de vez en cuando para aplacar los deseos de uno cuando
la noche pinta turbia, al menos parece que la boba esta no sabe nada
de mi y de Yolanda.
-Resulta que un día te
vi aquí, hablando con la Yoli y he pensado que lo mismo la conocías,
estabais saliendo o algo – Dice mientras pone morritos. Su mirada
refleja la clara intención de vengarse de su amiga gracias a mi.
¡¡Espera, espera!! La
tontería de la chica se me está pegando ¿Cómo que me vio aquí?
¿Hablando con Yolanda? ¡Mierda, mierda, mierda! Me he vuelto un
descuidado, si esta inútil puede reconocerme ¡cualquiera podría!
Hago esfuerzos por
aparentar una calma que no tengo, al principio me falla la voz, finjo
que me he atragantado con un sorbo de mi copa.
-Pues verás Natalia, la
verdad es que no recuerdo a ninguna Yoli – digo mientras acaricio
descuidadamente su brazo – lo mismo un día hablamos aquí, vete a
saber ¿Cómo dices que era?
Natalia describe con
tanto lujo de detalles a la Yoli que por un momento vuelvo a aquella
noche, mis demonios estallan por dentro y adopto la más estudiada de
las indiferencias para no desvelar mis pensamientos.
-Ni idea chica y dices
que la ¿Yoli esa viene mucho por aquí? -Me acerco peligrosamente a
su boca, parece que da resultado y Natalia (metro setenta, morena,
moño alto y bisutería) no se aparta, deja caer levente los ojos
mientras decide si le intereso o no.
Mientras sigo con el
estúpido coqueteo que me permite acercarme a Natalia estoy muy lejos
de allí, recordando a Yolanda, todo lo que hice aquella noche con
ella y si alguien más a parte de la morena puede relacionarnos.
Dos copas más tarde
salgo de la discoteca con la excusa de haber quedado con unos amigos,
por supuesto antes le pido su número de teléfono, Natalia me lo da
gustosa bajo la promesa de futuros encuentros.
Seguiré los mismos pasos
que con Yolanda, pero esta vez me aseguro. Todo el mundo ha visto que
me he ido del bar solo y temprano. Me dejo caer por distintos bares
de copas en los que me conocen, a efectos prácticos he estado de
fiesta toda la noche.
A la hora envío un sms:
Mala noche, pso d
stos. Dnd kdamos?
Una hora más tarde
Natalia se reúne conmigo en un bar cualquiera, un poco borracha me
acompaña a una casa alquilada que digo que es la mía.
Tres días más tarde, en
el telediario anuncian la desaparición de Natalia Arroyo Suárez, la
última vez que se la vio fue el sábado por la noche, metro setenta,
morena, ropa vistosa. La fotografía la muestra más guapa de lo que
realmente era.
Las autoridades sospechan
que su desaparición puede tener algo que ver con la de Yolanda
García Pérez, ambas estudiaron en el mismo instituto. La policía
investiga al ex novio de las dos chicas José Ramón Martínez,
posible acosador de la primera desaparecida. Los antiguos compañeros
de las chicas y todo el barrio se encuentran desolados ante la
noticia.
Esta vez he tenido suerte
–pienso mientras hago la comida con la televisión de fondo – la
única que podía inculparme ni tan siquiera se planteó ver las
noticias.
Las fotografías de ambas
chicas se repiten incesantemente en distintos programas ¡Se parecen
tan poco!
Es una lástima, voy a
tener que dejar de lado un tiempo los suburbios, pero es lo que
tienen los vicios, que requieren sacrificios para el que los
mantiene.
Si no me hubiera quedado
sin tabaco esa noche.... a fin de cuentas, a mi siempre me gustaron
mucho más las rubias.
________________Ejercicio bajo la premisa: "Y entonces ¿Tú conoces a la Yoli, que es cajera en el Ahorramás de Aluche?" Octubre 2014
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Yavannna
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