domingo, 19 de abril de 2015

Malditas lámparas

Una pareja se casa en Madrid, a la boda invitan a unos amigos, también pareja de Valladolid. Los amigos regalan a los novios unas lámparas para la mesilla de noche horrorosas. Los recién casados guardan las lámparas en el armario y ponen unas nuevas, más bonitas.

El matrimonio lleva dos meses viviendo juntos cuando sus amigos de Valladolid llaman desde el bar de abajo diciendo que están en Madrid y que si pueden hacerles una visita. Les invitan a subir, pero la mujer se acuerda de las lámparas guardadas en el armario y decide ponerlas.

[…]

-¡Corre! ¡Saca las lámparas del armario antes de que suban, Luis!
-Mujer, es un cuarto sin ascensor. Tranquila, que nos da tiempo
-¡Pues menos mal que no las metimos en el trastero! Anda, que ¡ya podían haber avisado con más tiempo!

Laura abre el armario del pasillo de un tirón y quita de en medio una pila de jerseys. Al fondo encuentra lo que estaba buscando. Tira de la caja, bastante voluminosa, mientras piensa por qué narices decidirían meterla allí ¡Con lo que ocupa!. Ya les vale a Marta y a Pepe, presentarse así, sin avisar ni nada.

-¡Corre, quita las lámparas, que yo voy sacando estas! -le grita a Luis, que en ese momento se pelea por desconectar una de las suyas, esas tan bonitas que no pudieron evitar comprar en cuanto las vieron, y que pegan tan bien con el estilo nórdico de la habitación.

Desenvuelve a toda prisa ese horror barroco que les regalaron sus amigos ¡Por favor! Es que no cree que ni en casa de su tía Lola, la hermana de su abuela, haya nada tan hortera como esas lámparas.

El timbre de la puerta suena a la vez que Luis cierra el armario, escondiendo las pruebas. Laura termina de enchufar uno de esos espantosos cachivaches y salta por encima de la cama para colocar el otro.

-Hola. ¿Qué tal?¡Cuanto tiempo! -Oye que dice Luis a sus invitados-, Laura se está cambiando, ya sabéis como es, que no quiere que la veáis sin arreglar.

El pie de Laura se enreda entre el cable y el cubrecamas, trastabilla. Aterrada ve cómo el pico de la mesilla se acerca a velocidad sónica a su cabeza, suelta la lámpara en un intento de evitar el golpe.

¡CRASH!¡PLASH!¡PUM!

Laura grita, con el brazo intenta no golpearse en la cabeza sin conseguirlo, por si fuera poco la lámpara se ha roto al caer y uno de los cristales se ha clavado en su pie descalzo.

-¡Joder!¡Mierda de lámparas! -grita mientras se lleva la mano a la cabeza.

Luis entra corriendo en la habitación, seguido de Marta y Pepe alarmados por los ruidos de golpes y cristales. Encuentran a Laura en una posición extraña, con el cordón de una de las lámparas enredado en el pie, un pequeño reguero de sangre cae por su sien, también hay sangre en el suelo mezclada con los cristales.

En el coche, camino de urgencias Marta y Pepe no pueden dejar de mirarse, entre intrigados y divertidos pensando en qué narices estaría haciendo Laura para caer de aquella manera y romper una de esas preciosas lámparas que les habían regalado para la boda.
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En busca del final perfecto. Ejercicio propuesto originalmente por Juan José Millás en un curso de escritura. 

El relato puede encontrarse en La escritura creativa en las aulas: en torno a los talleres literarios. Delmiro Coto, Benigno. Ed. Grao. P. 139.

Si pincháis el enlace veréis el final de Millás.
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Yavannna

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