Me acuerdo de lo que
escuece el agua oxigenada sobre las rodillas después de caer de la
bici.
Me acuerdo de un poema
absurdo y marcar un gol de chilena en el patio de un colegio.
Me acuerdo de a qué
saben las moras robadas directamente de la morera con Joaquín,
mientras, nuestros hermanos pequeños protestaban, no sabían trepar
a los árboles.
Me acuerdo de ese gato
negro que no se dejaba tocar por nadie, pero dormía encima de mi
cuando leía sobre el banco de piedra, recuerdo los arañazos al
enredarse con mis vaqueros y mirar las estrellas tirada en el suelo,
con él al lado.
Me acuerdo del primer
libro que saqué en una biblioteca.
Recuerdo mi cuento
favorito, uno que se inventaba mi padre y que iba cambiando con el
tiempo.
Me acuerdo del primer
beso, y del último.
Me acuerdo de las mañanas
de domingo estudiando, la casa de la infancia, por la ventana entraba
siempre la banda sonora de Hair, a todo volumen, que los vecinos
ponían siempre a las 12.00, sin falta.
Me acuerdo de esa perra
grande y buena, que hacía las veces de caballo y siempre me llevaba
con mi padre.
Me acuerdo de mi primera
película en el cine y mi primera hamburguesa -no me gustó nada- las
dos el mismo día.
Me acuerdo de los
cassettes grabados que dejaba Juan en mi buzón, esperando que me
gustaran, deseando gustarme.
Me acuerdo de tu primera
sonrisa.
Me acuerdo del sol
quemando -un poquito- la piel bajo el agua mientras intentaba pillar
las olas con la tabla.
Me acuerdo de las olas
pasando una detrás de otra, arrastrándome al fondo, patada y salir,
bocanada inmensa de aire.
Me acuerdo de las clases
de natación, los partidos de voleibol, algunas mañanas de
domingo jugando a tenis. Julián y yo peleándonos por darle a la
pelota, perdíamos siempre contra Ana y Sergio, pero nos reíamos
muchísimo.
Me acuerdo de una mañana
de “pellas” en un viejo instituto, Icíar y yo en un columpio
contándonos la vida.
Me acuerdo de la universidad, la primera clase y casi todas las demás, las gynkhanas,
los amigos que he dejado y los que seguiré conservando para toda la
vida.
Me acuerdo de robar un
culín de cerveza, por ver a qué sabía aquello.
Me acuerdo de la primera
vez que dije que quería escribir, una noche de verano cerca del mar.
Me acuerdo de una mañana
de sábado, esperar al sol para que abriera el Museo de Cera, la
noche comenzó a pesar demasiado y nos despedimos antes de poder
entrar, con promesas inciertas, nunca cumplidas.
Me acuerdo de las noches
en los bajos, tantas experiencias nuevas.
Me acuerdo de una mañana
de primavera, en un aula de universidad, hablando con Isa, el tiempo
se hizo muy corto y Julio nos pilló en pijama, antes de la
manifestación.
Me acuerdo de los
Dondiegos de noche que llenan recuerdos de veranos.
Me acuerdo de comer pipas
en la picota del pueblo y las carreras en bici.
Me acuerdo de comer un
flash con mi primo debajo de una cama, mi abuela nos había dado el
dinero a escondidas, creo que es el flash más rico que me he comido
en mi vida.
Me acuerdo de una
película a tu lado, cuando aún nos hacíamos promesas.
Me acuerdo de muchos,
muchos conciertos... y bailar.
Me acuerdo de los fines
del mundo, los viajes a otro planeta y todos esos amores, y
desamores, que por horas, también fueron míos.
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Marzo 2015
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Yavannna
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