lunes, 2 de marzo de 2015

Charla de chicas

-¿Qué dices? ¿Qué si he estado enamorada alguna vez?, ¡pues claro, mujer!, menudas tonterías tienes.

Tessa pega un sorbo de cerveza mientras mira por la ventana. Mara, su sobrina, se levanta con intención de pedir otra ronda. La tarde cae y hace frío fuera, hay bastante más gente de la habitual en el local.

Mara y ella llevan quedando casi todas las tardes de jueves desde que la niña tenía 7 años y era su tía, la encargada de recogerla de su clase de gimnasia rítmica; desde entonces las clases han ido cambiando y la niña ha ido creciendo, hasta convertirse en una soñadora joven. Tessa mira a Mara esquivar parroquianos para acercarse a la barra, recordando cuando ella tenía la edad de su sobrina, y empezó a frecuentar esos mismos bares, con la decisión del que se sabe dueño del espacio.

Pega un último trago y estira las piernas, recuerda a Luis, con el que estuvo prometida un tiempo, y a tantas otras personas que han pasado por su vida, hasta detenerse –como si estuviera rebobinando un VHS– en el recuerdo de Mario.

Por supuesto había tenido novios antes de Mario, pero nunca se había enamorado antes. ¿Qué habría sido de ese chico de pelo negro y ojos tristes? Aún puede recordar el momento en el que le vio por primera vez, subido a un escenario, tocando el bajo en un segundo plano. Había ido a ese concierto porque la semana antes había conocido a Toni, el cantante del grupo, en un bar y pensaba que de ahí podía salir algo.
Lo cierto es que el grupo sonaba fatal, ella había esperado algo de rock, pero se encontró con un grupo de pop suave bastante malo. Para colmo, el bar era carísimo y había ido sola. Una vez que el concierto acabó Toni le presentó al resto del grupo y, aunque le habría gustado quedarse un rato con ellos tampoco estaba dispuesta a esperar más en el garito aquel, así que decidió irse.

Un par de semanas más tarde, tomando algo con Ruth, su mejor amiga entonces, se encontró con Mario. A decir verdad fue él el que se acercó; Tessa se asombró bastante, no esperaba que aquel bajista, el único que le había parecido decente de ese grupo horroroso, se acordara de ella.
Sin darse ni cuenta las citas se fueron sucediendo, hasta que de alguna manera, acabó viviendo en su casa.
De vez en cuando aún le echa de menos, añora sus manos largas y huesudas, el cabello alborotado y de punta por las mañanas y esas piernas interminables, tan pálidas. Ha pasado el tiempo y Tessa ha cambiado mucho, ha amado, ha perdido y se ha reencontrado consigo misma, pero siempre hay algo en su recuerdo, que la hace estremecerse, un susurro quedo en la mente que, aunque también sea capaz de recordar las peleas, los gritos y todas las cosas rotas en el suelo, no podrá olvidar jamás.

Aquella tarde de verano, después de llevar más tiempo discutiendo que en paz, tras un año de un constante tira y afloja; esa tarde, cuando a pesar de todo, fue a despedirse de él a la estación de Chamartín y le vio coger el tren a otra ciudad, en busca de otra vida, otro trabajo, otros amigos y amores, Mario le arrebató algo más que buena parte de sus ahorros.

Mara vuelve de la barra con dos vasos de cerveza, deja uno frente a su tía, esa mujer menuda que siempre consideró una amiga. Se sienta después de dar un trago, la espuma la roza su nariz y ríe mientras se limpia.

-Bueno, niña, entonces ya estás tardando en contarme algo más, porque no puedes venir así y soltar esa bomba, ¡no, no, no! No vale que me chantajees con cerveza, eso no cuela.

Mara pone los ojos en blanco mientras una sonrisa pícara se dibuja en sus labios, sabe que a su tía la mata la intriga, así que calla, esperando.

-¡Venga! Dime algo, o le digo a tu padre que te has saltado la clase de guitarra y te has venido de cañas conmigo. ¿Cómo se llama?

La joven suspira y mira los ojos oscuros de Tessa.

-Se llama Alicia, la conocí en la academia y ni tan siquiera se si le gustan las chicas, con lo cual es un lío.

Tessa escucha paciente toda la historia, es obvio que su sobrina está enamorada, de la forma perdida, desesperada, saltando al vacío, con la que solo se puede comparar el primer amor.


Esa noche soñará con Mario; odia los momentos en los que lo recuerda, porque no puede evitar imaginar qué andará haciendo y si en algún momento él, piensa en ella.

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El primer amor de Tessa.
Enero 2015
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Yavannna

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