martes, 3 de marzo de 2015

Amigas

Estaba preciosa mirando por la ventana, mordiéndose las uñas, como el día en que se conocieron. Recorría impaciente con la mirada los regueros que dejaban las gotas en el cristal. Consultaba repetidamente el reloj, intentando cerciorarse de que la hora se acercaba, posiblemente temiéndolo.

No sabía qué podía hacer por ella, la mujer a la que amaba y con la que llevaba conviviendo ya tres meses, ¡todo había sido tan rápido!

Hacía medio año Laura había entrado a trabajar en su oficina, con esa pinta entre decidida y despistada que inmediatamente atrajo todas las miradas, fruto del pelo revuelto por el viento de mayo. Los primeros días no dijo gran cosa, pero los silencios dieron paso a las risas y a las salidas ocasionales tras el trabajo. Poco a poco las veladas se fueron alargando cada vez más, y con la naturalidad de los amigos de infancia que se conocen desde hace años, la relación se tornó en ser algo más que amantes.

Tres meses más tarde su casero decidió subir el alquiler del cuchitril, mal llamado apartamento, en el que vivía. Ella, viendo el lado práctico, decidió que compartir su piso era lo mejor que podían hacer ¡La mitad de alquiler!¡Menos desplazamientos!¡Todo serían ventajas!

Cuando todas sus cosas estuvieron en el piso y las idas y venidas ya no suponían problema ninguno, comenzaron a repartir más el tiempo entre los amigos, a fin de cuentas, todos los días podían hacer cenas románticas o escuchar ese disco que, paseando por la calle, había cautivado su atención y su alma. Pero, después de casi dos meses de convivencia no pudo evitar cerciorarse de que Laura siempre ponía excusas a la hora de quedar con su círculo.

-No lo entiendes –dijo un buen día, preocupada mientras se mordía el labio con el colmillo– es que no lo entenderían, no quieren comprenderlo, he tratado de explicárselo muchas veces y han cambiado de tema, piensan que no es cierto.
-Pero, estás conmigo y lo sigues queriendo estar ¿verdad?, antes o después tendrás que enfrentarte a la situación. No hace falta que sea ahora -apresuró, al ver el gesto de alerta en sus pequeños ojos verdes-. Entiende que para mí esto tampoco es justo. Yo, quiero estar contigo y, me da igual lo que opine el resto ¡Que lo asuman!

Hablaron de muchas cosas aquel día, un mes más tuvo que pasar para que ella por fin se decidiera y finalmente, esa tarde de lluvia fueran a reunirse con sus amigas.

-No deberías de estar nerviosa. Ya verás cómo todo sale bien.

Después de mirarse un rato en silencio, ella roza su mano y sonríe.

-Quizá deberías cambiarte la camiseta ¿no tienes una más, no se, formal?¿Puede que negra?¡Bah!¡Déjalo!¡Vámonos ya, que estoy de los nervios!Coge el paraguas, anda.

Por suerte, para cuando llegan al bar ha dejado de llover, la tarde se tornaba insoportable con las calles empapadas, cubiertas de agua cual presagio de llanto.

Laura se gira y en un arrebato le da un beso rápido para armarse de valor, aún nerviosa. Está guapísima. Entra con decisión y se dirige a la mesa del fondo mientras tira de su mano.
Desde las sillas ya ocupadas los ojos de cuatro mujeres no pueden apartarse de la pareja que acaba de entrar.

-Chicas, ¿qué tal? Os presento a Jorge, mi novio- la voz le tiembla ligeramente al pronunciar la última palabra, él aprieta la mano sudorosa, está allí, con ella.

Jorge se acerca a la mesa, miradas reprobatorias le fulminan, aún así, consigue que salgan de su ensimismamiento para saludarle y, con toda la naturalidad que puede se sienta a la mesa. Laura se muerde otra uña mientras una conversación banal comienza a surgir.

Horas más tarde, algo borrachos ya en casa, él la besa, contento de formar por fin parte de toda su vida y baila esa canción tan pegadiza que ha escuchado por vez primera en el bar.

-¡Lo ves! No ha ido tan mal.

Ella ríe divertida. Él sabe que en cuanto se han ido las amigas no han parado de hablar. Observa cómo Laura silencia el teléfono, ignorando los incesantes mensajes y baila con él, esquivando las sillas del salón, parece contenta. Le pellizca y ríe.

-Es cierto, tenías razón, no ha ido tan mal, pero eso cariño es porque tú, en el fondo, eres una lesbiana.

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Escribir una historia desde otro punto de vista
Febrero 2014
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Yavannna

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