Nunca había sentido
tanto amor. Nunca había sentido.
La delicadeza con la que
la que él la creaba y le daba forma, el deambular presuroso del
bolígrafo sobre el papel perfilando su melena larga, negra (no,
mejor no) castaña.
Escribía cómo sus
movimientos eran sosegados en una calle nocturna, mal iluminada y
Carolina -Si, Carolina era un buen nombre, como aquella amiga de la
infancia- después de escuchar un golpe miraba inquieta las sombras.
Ahora le hacía mirar a
los lados, su paso se aceleraba, pero ella sabía que cada palabra,
cada letra que él plasmaba en el papel pensándola, sólo podía
significar un amor eterno.
“Sus
ojos verdes buscaron sombras más allá,
atemorizados la sombra del hombre, raudos
más allá de las callejas, su silueta dibujada por las
sombras de las farolas.”
Carolina
buscaba a través de las tinieblas de ese mundo que se estaba
dibujando tembloroso a su alrededor, intentaba levantar la mirada
sobrepasando esa aún exigua cárcel de papel en la que él, su
amado, su creador, la estaba haciendo prisionera. Quería alzarse,
ver el Universo que empezaba en la punta de ese bolígrafo. Tocar eso sueños de los que ella había nacido con la punta de los dedos.
“Sus ojos verdes buscaron su silueta dibujada por las sombras de las farolas, pero no consiguieron encontrarla. Carolina se sintió desconcertada y frenando en seco bajo una de las luces, extendió la mano para comprobar que no proyectaba sombra alguna. Incrédula, decidió pellizcarse para comprobar que no era un mal sueño, pero al sentir dolor en el brazo supo que estaba despierta, en esa calle, por la que tantas veces había pasado de vuelta a casa.
Llena
de temor acercó a la luz el primer objeto que encontró, una lata de
refresco que alguien había arrojado al suelo. La lata abollada
inmediatamente proyectó una difusa sombra sobre el pavimento,
mientras que la mano que la sujetaba era traspasada por la
luz.”
Leyó por segunda vez en
voz alta lo que llevaba escrito mientras golpeaba nervioso con el
bolígrafo sobre la mesa. No conseguía averiguar qué es lo que
estaba mal en la historia ¡Lo había tenido tan claro hacía un par
de horas, cuando había decidido escribirla!. Enfadado arrancó el
papel del cuaderno y arrugándolo lo tiró a la papelera.
-¡No! -Quiso gritar ella
-¡Estoy aquí! ¡Te amo! ¡Termina de crearme, no me importa no
tener sombra!
La tinta azul se
desdibujó por un momento, llorando, arropando tiernamente a la
recién nacida, ya muerta.
_______________Yavannna
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