miércoles, 18 de noviembre de 2015

El rescate


—Todavía no sé cómo es posible.
—Ya ves Julio, lo están diciendo en las noticias.
—Lo sé, pero me niego a creerlo por mucho que lo digan en el telediario.
—Pero aquí no queda nada, sólo este chaparrón de realidad.
—Por eso llevo el paraguas. La realidad empapa un montón, luego no hay quién se la quite de encima, es de las cosas más insufribles de este mundo.alega Julio frunciendo el ceño.
—¿Y ahora qué hacemos?
—Pagar el rescate, claro.—contesta Julio cabizbajo, mirando un botón suelto de su gabardina color crema.
—Querrás decir que tú vas a pagar el rescate.
—No, lo vamos a hacer los dos. No estoy yo para pagar rescates en estas condiciones.
—Pero si es de ti de quien hablan las noticias. A ver ¿por qué tengo que pagar yo el rescate? —Se exaspera su compañero.
—Porque eres mi amigo. Coge la nota del suelo, anda. Veamos qué nos piden.
El hombre, traje y gabardina negros, se agacha, de fondo sigue sonando un televisor con las noticias puestas; el eco de la habitación vacía produce tal desasosiego que siente un escalofrío mientras recoge la nota de rescate. No entiende por qué está allí, a fin de cuentas esas cosas siempre le han sido ajenas, es Julio el que se ha pasado la vida inventando todas esas historias, mundos y palabras... él nunca se ha desviado del camino recto, del costumbrismo tradicional... y mira ahora, le toca pagar el pato. ¡Como si fuese culpa suya!
Julio le mira expectante mientras despliega la nota. Hay un brillo burlón en su mirada.
¿Y qué dice?
—Espera, hombre, que no he acabado de desdoblarla.
—¡Date prisa! Este vacío me está matando. ¡Qué mundo más gris!¡Así no hay quien viva!
—Julio, no seas impaciente, que además solo llevas así unas horas.
—¡Demasiadas!
La figura oscura termina de abrir la pequeña nota.

Solo te devolveré la fantasía a cambio de la Maga.
Tienes 48 horas. Ya sabes lo que tienes que hacer.
                                               H. Oliveira

¿Sólo pone eso?
Pues sí. Mira. —el hombre le enseña el papel, confuso —.¿Quién es esa maga Julio? ¿Alguna prestidigitadora? ¿Una amante?
La mirada de Julio se vuelve opaca. Enmudece un instante.
La Maga no existe, aún no. —dice en un susurro tan bajo que a su amigo le cuesta oírle.
¿Cómo que no existe? ¡No se puede pagar con algo que no existe!
Pues claro que se puede. ¡No seas ridículo!
Pero...
Aún no era el momento. ¡Maldito Oliveira!
No entiendo nada Julio.
Ni falta que hace. Oye ¿tú no me prestarías un poco de fantasía?
De fantasía ¿Yo?
Sí, claro. A ver cómo pago el rescate si no. Por eso te he traído. —afirma Julio.
Pero si yo no...
¡Qué sí, hombre!¡Que es muy fácil! Solo tienes que dejarme un poco, total ¡para lo que la usas!
¡Eh! Tampoco es necesario faltar.
Veamos ¿qué llevas en los bolsillos?
¿Qué llevo en los bolsillos?
Sí. Los bolsillos del abrigo. ¡Saca lo que tengas! —grita Julio.
El hombre, asombrado comienza a sacar el contenido de los bolsillos de su abrigo, mientras Julio le mira expectante e ilusionado.
Pues tengo un ticket, un caramelo, un sello y una tiza azul.
¡Estupendo! ¡Tenemos todo lo necesario!
¿Para?
¡Para pagar el rescate, claro!. Coge la tiza y dibuja algo en el suelo.
¿En el suelo? Si ni tan siquiera se por qué tengo una tiza en el bolsillo...
¡Hazme caso!
Perplejo el hombre se agacha y empieza a dibujar en el suelo de la habitación. Repentinamente recuerda por qué tiene la tiza, se la había quitado a Laurita, la hija del vecino, porque estaba pintando en el suelo del descansillo. Intuitivamente repite el dibujo de la niña.
Ya está, ya tienes un dibujo. Ahora ¿me explicas qué ocurre?
¡Solucionado!. En menos de 48 horas el maldito Oliveira tendrá a su Maga de una vez por todas —dice Julio risueño.
¿Y eso porque yo he dibujado una rayuela en el suelo de una habitación vacía?
¡Exactamente!
Entonces ¿recuperarás tu fantasía?
Sí, viejo amigo. Así es. ¡Se me ha hecho horrible este secuestro!¡Qué feo es todo sin ella!
Sigo sin entender nada, pero me alegro de haberte ayudado.

Julio silba mientras se dirige a la puerta de la habitación. Antes de salir le da el paraguas a su amigo.
Ten. Te va a hacer falta.
Hace un día estupendo. No es necesario.
Ya sabes. La realidad. Yo que tú lo usaría siempre. ¡Gracias por la ayuda! Nos vemos pronto.
¡Hasta la semana que viene! Y ya me cuentas lo de la maga esa...
Cronopio cronopio.


Las dos figuras se separan en direcciones opuestas, una de ellas, gabardina oscura, lleva un paraguas abierto.


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Yavannna
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Haced un relato con algo que os inspire esa fotografía... pues aquí está... cronopio cronopio

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